miércoles, 17 de marzo de 2010

Marina

Que tal escalofrío se asomó a mi cuerpo cuando vi aquella imagen. Tanto tiempo para un final triste, un final desolador. Harta estoy de amar, sin ser amada. Harta estoy de esta en enfermedad, esta enfermedad que por más que quiero no se va. Enfermedad rara esta de la que hablo que ni con vacunas ni con jarabes se va. Solo tus besos y tus caricias podrán hacer de medicina, mientras, que tu sonrisa tendrá el mismo valor que una jeringuilla. La llaman amor, mas sin embargo, para mí se llama dolor. Dolor, sufrimiento y amor son sinónimos. Dicen que sea positiva, pero, ¿qué posibilidad queda cuando ya no hay nada, cuando todo se apagó? ¿Dónde irá? Dónde irá mi llanto, dónde irá mi lágrima, dónde irá… dicen que después de recorrer mi mejilla cayó al mar. Mas, bendito mar que me diste el nombre, el azul como color, lo rizado de tus olas en mis cabellos, y la furia de tus olas al romper. ¿Dónde está la fuerza, y el valor de crecer? Ayúdame… resguárdame en una almeja en el fondo del mar, que por mucho que duela este amor, yo enamorada del mar, enamorada de ti, mi amor. Qué más nombre quisiera yo tener, que a pesar de ser una niña nacida del agua, hecha estoy de piel. Quiero camuflarme en tu brisa, y nadar por tus corales, tener aletas, como si se tratará de un pez. ¿Por qué…por qué vivo tan lejos de ti? ¿Por qué solo te puedo imaginar? Tus besos de plata al amanecer, tus besos dorados al anochecer. Y cuando tu cielo se enturbie gris, la luna volverá a salir. Y bajo ese efecto romántico por fin podré convertirme en sirena, en sirena y recorrer cada tramo de tus mares, cada tramo de tu piel. Qué por muchos años que yo tenga, Marina siempre seré, ninfa de las aguas, mujer de tu ser.